el otro día, paseando con … vimos unas animitas a mitad de camino.
quiero escribir algo sobre ellas.
cuando chica creía que las animitas de la carretera funcionaban como una tumba real. que los restos del difunto descansaban bajo el cemento o tierra de la vía. a mi versión infantil le revolvía el estómago pensar en pasar sobre cadáveres pavimentados. entendía que estaban ahí como resultado de una muerte violenta. asumía que el cementerio prohibía enterrar cuerpos mutilados, aplastados o rotos.
las fotos despintadas por el sol o las velitas prendidas por la noche eran, para mí, la diferencia entre una animita olvidada y otra querida. imaginaba a los espíritus discutir su popularidad. que las almas desatendidas se obligaban a aparecer de noche para asustar al viajero y dejar en claro que seguían ahí.
hace mucho tiempo leí un extracto de Ánimas de día claro (1961), obra de teatro que trata sobre los fantasmas errantes de cinco hermanas que, al estar vivas, nunca lograron satisfacer sus deseos más profundos. para que estas mujeres lograsen llegar al descanso eterno, debían concretar estos anhelos. me doy el permiso de comparar este clásico con algo más friki o moderno. tengo dos ejemplos: el animé angel beats! (2010) o la serie gringa The good place (2016). creo que ambos shows tienen un argumento parecido a la obra chilena.
supongo que mis papás me explicaron que no existían cuerpos bajo las animitas.
o quizá lo razoné yo sola. sinceramente, no me acuerdo.